24. Esta noche quiero creerte
Al llegar a la habitación, él la dejó con sumo cuidado en la cama, y sin poder evitarlo, se quedó prendado a esa belleza angelical por largos segundos, en esos ojos grises con tintes de azul, en esas mejillas que se sonrojaban de la nada y en esos labios que constantemente lo hipnotizaban.
Ella experimentó algo similar, y es que a pesar de esa nube oscura que constantemente los rodeaba y separaba, no podía negar la inevitable e increíble atracción que sentía por el tío de su hijo, sobre todo después de lo ocurrido aquella vez en el hospital. No podía sacárselo de la cabeza, no podía hacerlo y no sabía qué hacer con ese hecho.
Rabioso por sentirse de esa forma, el CEO rompió el contacto de sus miradas y se incorporó.
— Hoy no bajarás al comedor, es mejor que te quedes a descansar. Ordenaré que se te suban los alimentos aquí — concluyó antes de salir.
Ese día y los siguientes, una mucama subió puntual a llevarle las tres comidas, aun cuando ella se sentía bien para bajar; sin embargo