21. Leonas descubre marcas en el cuello de Beth
Esa noche, la mansión Torrealba estaba cobijada por la tensión. También llovía.
Elizabeth no había vuelto a ser la misma desde su apasionado encuentro con Leonas. Lo evocaba en cada cosa que hacía y no podía evitar desear que sus manos de nuevo la recorrieran entera, aun cuando sabía que no era lo correcto y que su marido había comenzado a vigilarla desde entonces.
— ¿En qué tanto piensas? — le preguntó Renato al salir de la ducha, sacándola de sus cavilaciones.
— En nada.
Él se acercó a donde ella estaba, a los pies de la ventana.
— ¿Y por qué no vienes a la cama, te desnudas para mí y te pones en la posición que me gusta? — gruñó, depositando un beso en su hombro desnudo.
Ella no pudo evitar sentir asco antes su contacto, así que con disimulo se ató la bata y cubrió sus hombros.
— Me duele la cabeza, Renato. Iré a la cocina por un analgésico — dijo, y antes de que pudiera dar un solo paso, él la tomó del cuello y la pegó contra la pared.
— Me estoy hartando de tus jodidos des