No había dejado de observar a Marcos con atención desde esa noche. Todo en él parecía normal: documentos, reuniones… se mostraba como un verdadero ejecutivo. ¿Pero cuándo se convirtió en uno, en realidad?
Recordaba al Marcos de antes, siendo feliz con su caja de herramientas, con la ropa sucia y llena de grasa. Pero ahora era tan perfecto. Ya no hablaba de carros ni de lo mucho que le apasionaba encontrar las fallas cuando lo llevaban al taller. Ahora incluso su voz había cambiado; era más controlada, suave, pero firme cuando era necesario.
—¿Todo bien, cariño? —le preguntó desde el otro lado de la mesa.
Sí; quizás lo había estado observando demasiado en los últimos cinco minutos, pero no había podido evitarlo.
—¿Hoy tienes otra reunión? —Intentó no mostrarse muy interesada en el tema, pero últimamente él estaba llegando muy tarde, especialmente desde que ella decidió regresar a su habitación y darse un “tiempo”.
—Sí, es posible que llegue tarde otra vez —dijo con calma. Real