La sala estaba sumida en un silencio tenso. Todavía no se había dicho nada, pero era evidente que todos estaban nerviosos en algún grado por lo que se avecinaba.
Después de la visita de Bernardo a su despacho, Corleone había tomado medidas de inmediato. Había contactado a su padre, al igual que al padre de Caterine y a Esaú. Había evitado entrar en detalles y habían acordado reunirse en casa de su padre, a excepción de Esaú. Era más seguro que nadie lo viera cerca de ellos.
—Como les dije antes, Bernardo me visitó esta tarde y no fue precisamente sutil con sus amenazas —empezó les dio un resumen de su plática con aquel hombre—. Quiere que vuelvas a la política y parece dispuesto a hacer lo que sea necesario para asegurarse de que eso suceda —terminó.
—Eso parece… —su padre asintió lentamente—. Sabía que no se detendría.
— Estoy seguro de que Corleone ya les informó que lo han estado siguiendo. Lo notamos hace unos días. Hemos intentado rastrear quién los contrató, pero han sido extrem