Gino bajó de su auto y se acercó al otro vehículo, del que Greta y su padre acababan de descender. Juntos caminaron hacia la entrada principal de la casa. Aunque se esforzaba por aparentar tranquilidad, estaba algo nervioso. No era del tipo que se intimidaba fácilmente, pero sabía bien que los Vanucci no eran una familia cualquiera. Provenían de una larga línea de riqueza y prestigio. Su apellido no pasaba desapercibido en ningún evento importante. Era fácil olvidarlo cuando pasabas tiempo con Greta.
Gino también provenía de una familia adinerada, aunque en su caso, su padre había surgido de la nada y construido su fortuna desde cero. Por su parte, él había trabajado sin descanso para amasar la suya propia. Así que poco le habría importado si se trataba de la misma realeza, de no ser porque era la familia de la mujer que lo traía completamente loco.
Durante el trayecto por el corredor principal de la mansión, Edmundo inició una conversación relajada. Gino respondió con soltura, aunque