CAPITULO 47 Milo, debes calmarte.
—Has cambiado mucho. Te has vuelto débil. Si tu padre estuviera aquí…
—Madre…—quiso cortar Kaleb.
Sus hermanos pretendieron frenar el discurso, pero fue inútil.
—Si mi padre estaría aquí, tú no podrías vivir con libertad, derrochando dinero en idioteces y maquinando para que tus hijos se casen con quienes tu club de bridge considere candidatas—interrumpió Milo, con frialdad.
—No te permito. Te he criado…
—Permíteme discrepar ahí—se involucró Jace—. Beatrice nos crio.
—Coincido—dijo Milo—. Ya que estamos en esto, en confesiones, te diré fuerte y claro que no tengo intenciones de comprometerme, casarme o siquiera estar cerca de Melody.
—¿Esto tiene que ver con esa mujerzuela con la que te revuelcas en tu apartamento? De verdad, Milo—los ojos de su madre se desmesuraron, mostrando su furor.
Milo la miró con ira:
—Lo que haga de mi vida es asunto mío.
—Eres la cabeza de la familia Monahan. Lo que hagas nos impacta.
—No veo que nos haya impactado mucho. De ser así, la vida amorosa de papá