El no insistió. Era probable que su ofrecimiento fuera sincero, pero coincidía con ella en no dejarse llevar por nada más que la pasión que los conectaba. Se sirvió un café y se sentó frente a ella, observándola. Contrario a lo que hubiera creído, no se sintió molesta ni coartada. Él le permitió volver a reconcentrarse un rato. Luego, con un respingo recibió el repentino beso en la base de su cuello y las manos que la rodearon tomando sus senos le hicieron soltar el lápiz.
—Déjame ver cuán creativa puedes ser en otras áreas—le susurró él con ardor.
MILO.
El fresco de la noche movía suavemente las cortinas y el murmullo del agua que rompía en la playa elevaban la sensación de paz. Lejos de la rutina y con el calor de Regina contra su cuerpo, envuelta en su brazo, se sentía en total calma. De seguro esto era por lo menos extraño; normalmente su posición era alerta, chequeando debilidades propias y ajenas, buscando grietas por donde colarse para hacer el mejor negocio, pendiente de las f