CAPITULO 33 Quiero gritar de placer.
—Igual que siempre—se encogió de hombros—. Nada especial. No es un trabajo para nada desafiante.
—Puedo imaginarlo. ¿Qué tal tu jefe?
—Con manos demasiado largas—se le escapó y luego se arrepintió, al ver que su gesto de desagrado.
—¿Te acosa?
—Lo intenta, pero no te preocupes, lo tengo a raya. Puedo lidiar con Él, aunque no significa que me guste.
—Estoy seguro de que podrías conseguir algo mejor.
—No es tan sencillo, créeme lo he intentado de todas las maneras. Hasta que me desanimé. No obstante, estoy decidida a hacerlo una vez más.
—Sabes que podría ayudarte.
—No, no es lo que quiero. No hablemos de eso. ¿Tú estás bien?— le preguntó con candidez.
—Muy bien—respondió.
Milo no tenía costumbre de dar detalles de su vida y, sin ser a Beatrice o sus hermanos, no tenía a quien darlas. Ni se molestaba en hacerlo; se había habituado a lidiar con su mierda o sus alegrías solo. A nadie más le interesaba saber qué pasaba en verdad por su mente o su corazón, acorazado como estaba.
El mundo so