En ese momento, apareció Gabriel.
La ventisca helada generada por el motor del helicóptero pegaba su ropa al cuerpo. La niebla reducía la visibilidad casi a nada —solo un loco como Viktor se arriesgaría a volar en ese caos, pensó él. Pero ahora, esa era su única salida.
Cuando los ojos de Gabriel se ajustaron, vio a Malú y Ravi escondidos detrás de una estructura metálica. Ravi, con el brazo izquierdo ensangrentado y el rostro pálido por el agotamiento, todavía mantenía a los hombres de Viktor bajo fuego. El policía que lo acompañaba yacía en el suelo, víctima de un disparo fatal.
Al otro lado, Helena y dos colegas disparaban contra los secuaces. Gritaba por refuerzos, pero los policías restantes estaban ocupados en los pisos inferiores. Gabriel sabía que la ayuda tardaría —y Viktor tenía números a su favor.
Fue entonces que Viktor surgió de las sombras. Antes de que Gabriel pudiera gritar, se oyó un disparo. Ravi cayó de rodillas, las manos presionando el pecho. Malú se aferró a é