Capítulo 40

Su piel de porcelana, sus ojos brillantes y su cabellera perfectamente peinada… no me cabían dudas de que era una nocturna. Pero su comportamiento me decía lo contrario. La forma en que expuso su vulnerabilidad frente a mí me dejó pensando.

— Veo que conociste a Guillermina. — se acercó a nosotros el muchacho de la parada del colectivo.

— Izán, ella es mi compañera. — le comentó muy tranquila a aquel chupasangre.

Él me volvió a mirar algo sorprendido y casi con una risita de picardía preguntó si era cierto.

— No. — le aclaré tajantemente a la vez que una segunda voz también se levantaba diciendo:

— Claro que sí. — exclamó la chica cuyo nombre era Guillermina.

Nuestras respuestas se contradijeron.

— ¡Veo que se llevan de maravillas! Bueno, las dejo porque me están llamando. Nos vemos más tarde. — se despidió al ver lo llamaban sus amigos al organizar su equipo.

— Tengo que ir a cursar, ya suéltame. — le pedí con toda la cortesía que fui capaz de acumular.

— No. — su contestación tan si
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