Ese hombre, aunque despreciaba a Valerie porque no le parecía una muchacha “decente”, seguía forzándose a sonreír.
Ante su pregunta, ni lo confirmó ni lo negó.
Valerie se rio:
—Así no vas a conquistar a nadie. Mi amiga es una muchacha inocente, y si no le dices claramente tus intenciones, va a pensar que solo quieres ser su amigo con intereses comunes.
Cuando escuchó eso, el hombre volvió a mirarme, de una manera que me incomodó mucho.
Quise sacar a Valerie de la pista de baile, pero a ella parecía agradarle la idea de provocarlo.
Con un codo sobre mi hombro y con una sonrisa, le dijo:
—Anda, dilo, ¿quieres conquistar a mi amiga?
—Sí, esta señorita es una mujer buena y obediente. Justo como me gusta. —lo admitió sin tapujos y enseguida me habló a mí.
—Soy un alto ejecutivo en una empresa que cotiza en bolsa, tengo buenos ingresos. Si te casas conmigo, voy a poner tu nombre en la escritura de mi casa. Después de casarnos, no tendrás que hacer nada más que cuidar a mis padres, encargarte