En ese momento, el deseo en su cara se desvaneció y fue reemplazado por pura ternura.
Acarició la cabecita de Luki, miró con atención el modelo que había armado y hasta lo halagó con sinceridad.
La verdad, esa escena era conmovedora.
Supongo que a los dos niños también les gustaba ese ambiente.
Sin embargo, con ese malentendido de por medio, para mí esa ternura y felicidad al final no eran más que algo pasajero.
Mañana me mudaré a la casa de Carlos. Esta vez, debo descubrir el secreto de Camila y destapar todos sus crímenes.
Mateo acompañó un rato a los niños y luego subió al segundo piso.
Lo miré durante unos segundos y, al final, fui en silencio a la cocina.
Bah, mejor le preparo algo sencillo; después de todo, él tiene problemas de estómago, y si se enferma será un lío.
Doña Godines llevó a los niños a bañarse y a dormir a la hora de siempre.
Cuando terminé de hacer unos huevos cocidos, la casa estaba muy silenciosa.
Como Mateo no estaba en la habitación, llevé el plato de comida ha