Capítulo 855
Mateo miró rápido a Camila, luego volvió a fijar su mirada amenazante en mí.

Yo miré la cara dolorida de Camila y, con un brillo en los ojos, me acerqué al oído de Mateo y le dije en voz baja:

—Mateo, si solo bebes conmigo, alguien podría sentirse mal. Mejor tómate dos copas con ella, no sea que se ponga demasiado triste, le regrese su vieja enfermedad y al final me eche la culpa a mí.

Mateo me miró de reojo.

Pero no dijo nada, solo agarró la copa y, viendo a Camila, dijo con seriedad:

—Bueno, bebamos.

Dicho eso, se tomó todo el vaso de un trago.

Camila casi llora.

Las dos frases que le susurré a Mateo eran suficientes para volverla loca de celos.

Ella había venido a beber con Mateo solo para hacerse notar, incluso para presumirme que él todavía la cuidaba y se preocupaba por ella.

Nunca imaginó que Mateo aceptaría beber con ella solo porque yo lo persuadí.

Seguro por dentro se estaba muriendo de envidia.

Yo estaba contenta: no solo logré que Mateo bebiera, sino que además fastidié a
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