Miré la pantalla del celular con el nombre parpadeando y me quedé varios segundos en blanco antes de contestar.
Qué raro, ¿no que Mateo no quería hablarme? ¿Por qué de repente me llamaba?
En cuanto contesté, él habló con voz tranquila:
—¿Estás en el hospital?
Me quedé atónita. ¿Acaso Alan había colgado con Valerie y enseguida llamado a Mateo?
Sonreí; ese Alan sí que dice unas cosas que...
—Habla, ¿estás en el hospital? ¿Te sientes mal? —Mateo habló con voz seria, esta vez con tensión al final.
Miré a Embi y respondí con calma:
—No, no estoy en el hospital.
Mateo pareció suspirar y luego dijo con indiferencia:
—Entonces no hay problema.
Justo cuando iba a colgar, lo detuve:
—Espera, no cortes.
Guardó silencio unos segundos y preguntó:
—¿Qué más quieres?
—Eh… ¿cómo está tu hombro?, ¿mejoró la herida?
—¿No era mi hijo el que quería preguntar eso? ¿Por qué lo haces tú? —su tono fue distante, cargado de irritación.
No supe qué responder. ¿Por qué, si yo me preocupaba por él, seguía tan enoj