Capítulo 793
Mateo forzó una sonrisa hacia su hija, pero se veía tan incómoda que mejor no la hubiera hecho.

Y claro, Embi no sintió nada de cariño paterno en eso.

Con sus manitas regordetas se aferró a la ropa de Javier y dijo:

—Yo solo quiero ir contigo. Mejor espero a que seas tú el que me lleve.

De inmediato, Mateo respiró hondo, tratando de contener toda su rabia.

Alan lo notó y enseguida intervino, sonriendo hacia la niña:

—¡Ay, tampoco tiene que ser solo con Javier! Yo también estoy libre, la próxima vez yo te llevo.

Embi asintió con voz dulce:

—Entonces no lo olvides.

—¡Claro que no! A mi princesita le cumplo lo que le prometo, aunque esté ocupado.

—Ajá, así me gusta, padrino.

Era evidente: Alan se ofreció rápido por miedo a que Mateo enloqueciera de celos por lo unida que estaba la niña a Javier.

Pero en realidad, logró lo contrario. Mateo se veía aún más molesto, seguro pensando que su hija quería a cualquiera menos a él.

Y Alan también se dio cuenta, así que lo apuró:

—Javier, rápido, va
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