La puerta del quirófano se cerró otra vez.
Apreté los puños y me quedé afuera, con miedo e inquieta.
En el camino, mi hermano me contó que la cirugía de mamá iba bien, pero de repente se rompió un vaso sanguíneo y ahora no podían parar la hemorragia.
Entonces como perdió tanta sangre, hizo que la cirugía se complicara.
Mi hermano iba y venía frente a la puerta.
Él me dijo en voz baja:
—Le pasaron tantas bolsas de sangre… mamá debería estar bien, ¿verdad? Si no alcanza, que usen la mía, pueden sacarme sangre. Mamá debe estar bien, ¿cierto, Aurorita?
No respondí.
En realidad, lo que más me preocupaba en ese momento era ese tal Bruno.
Era claro que Bruno era alguien que seguía las órdenes de Camila. Si no, su plan no habría salido tan bien.
Y Camila era tan venenosa…
Sayuri había sido casi como su madre, la vio crecer y vivió con ella tantos años, y aun así fue capaz de matarla. ¿Qué no haría lo mismo con mi mamá?
Si para vengarse de mí quisiera su vida, le bastaría con enviarle un mensa