Mi papá y Mayi sacaron a la fuerza a mi hermano.
Cuando todos salieron, Asher también se fue en silencio y cerró la puerta del estudio.
Un segundo después, quedamos solo Mateo y yo.
El ambiente se sentía tenso, aún más que al principio.
Mateo se levantó y empezó a caminar hacia mí, despacio.
Se detuvo frente a mí, y en sus ojos vi un odio que me quitó la poca esperanza que me quedaba.
—Mateo… —dije su nombre con una voz llena de dolor.
Él apartó la mirada, y en su cara, de perfil, apareció una sonrisa triste.
Después de un largo silencio, me miró y me preguntó sin emoción:
—¿Tienes algo más que decir?
—Que todos mienten… Que esto es una trampa… Que todo lo planeó Camila. Pero tú… ¿me creerías?
Mateo bajó la mirada y dijo con un tono decepcionado y sarcástico:
—Entonces, ¿me dices que tu hermano, tu querido hermano, también está contra ti?
Apreté los labios, triste.
Pensé que él me salvaría, pero terminó siendo el que me dio el golpe de gracia.
Ni yo misma podía creer que fuera Camila l