Capítulo 666
Mi hermano solo desvió la mirada y no respondió.

Claro, no quería admitir que nuestro papá y esa mujer estaban mintiendo para hacerme daño.

Estaba clarísimo: él también estaba de su lado.

Qué ironía… mi propio hermano, el que me cuidó y me quiso tanto desde que era niña, algún día terminaría ayudando a otros a lastimarme.

Y mi propio padre, capaz de vender a su familia por dinero.

¿Cómo puede haber tanta maldad en el mundo?

Me reí, amarga y decidida, y lo miré fijamente:

—Ese hombre ya no es mi padre… y tú, tampoco eres mi hermano.

—Aurorita… —dijo con una cara de preocupación, intentando acercarse a mí.

Retrocedí y miré a Mateo.

Él estaba callado, recostado en el respaldo de la silla.

Sus ojos enrojecidos me observaban sin mostrar ninguna emoción:

—¿Tienes algo más que decir?

Todos me acusaban falsamente, hasta mi hermano.

Entonces, ¿qué más podía decir?

Me reí y los miré a cada uno de ellos, con mis ojos llenos de desprecio.

Mateo cerró los ojos y, en su cara seria y atractiva, apare
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