Asentí de inmediato.
—Sí, voy a quedarme a vivir aquí, siempre voy a estar contigo, mamá.
—Después... después... —mamá me abrazó y murmuró, con una tristeza y desesperanza que me llegaron hasta el alma.
Me sentí muy angustiada, con miedo de que pudiera cometer alguna locura.
—Mamá, aún nos tienes a mí y a Carlos, siempre vamos a estar contigo. Tienes que cuidarte, Carlos se va a casar con la mujer que ama, y entonces te dará un nietecito para que lo consientas y lo mimes.
—Sí... —mamá sonrió entre lágrimas.
—Mamá se va a cuidar, tiene que aguantar para ver a sus hijitos, para verlos crecer. Aurorita, a mamá le duele tanto pensar en estar lejos de ustedes…
Mi corazón ya no aguantaba. La abracé aún más fuerte.
—Carlos y yo tampoco queremos estar lejos de ti. Así que prométeme que vas a estar bien.
Después de charlar un rato con ella, la llevé a su habitación para que descansara.
Solo cuando vi que se había dormido en paz, salí de la habitación sin hacer ruido.
La casa estaba muy silenci