Cuando levanté la vista, me sorprendió encontrarme a Alan frente a mí.
—¿Alan? —pregunté, sin poder creerlo.
Indira también se quedó con la boca abierta.
—¿Tú por qué bajaste?
—Vine a devolverte el celular. Eres demasiado descuidada, lo dejaste en la habitación —dijo Alan mientras le entregaba el teléfono.
Pero cuando me miró, se molestó de inmediato. Él mismo había dicho a mediodía que si yo me atrevía a volver, me iba a dar una paliza; parecía que ahora planeaba exactamente cómo iba a golpearme. Si Valerie estuviera aquí, siempre se habría puesto de mi lado, y mientras ella estuviera conmigo, Alan jamás me habría levantado la voz.
Cada vez que pensaba en Valerie, sentía un dolor en el pecho otra vez. Javier había dicho que consultó a varios especialistas y que había algunas posibilidades de que ella despertara, pero con todo lo que había pasado estos días, él no volvió a mencionar el tema y ni siquiera sabía si lo que dijo era verdad. Solo pensar en él me llenaba de un asco profundo.