Capítulo 1551
Indira estaba tan furiosa que tenía la cara roja; le gritó a Alan con mucha rabia:

—¡Alan, ya vas a ver! Cuando me case con Mateo, lo primero que voy a hacer es pedirle que te despida. ¡Ya estoy harta!

La vi alejarse indignada y, aun así, sentí que no era ni de cerca tan peligrosa como Camila. Camila sabía fingir, sabía actuar y sabía ganarse la lástima de todos los hombres para que la protegieran. Indira, en cambio, no parecía tener ese talento. Claro, en el fondo Camila tenía una inseguridad que le venía de su origen humilde en un pueblo lejano, mientras que Indira tenía esa arrogancia típica de alguien que se siente superior.

Mientras pensaba en eso, Alan volvió, se paró frente a mí y se quedó mirando los recipientes de comida que yo tenía en las manos.

—¿Es para Mateo? —me preguntó, y yo asentí—. ¿Lo cocinaste tú? —otra vez asentí, y entonces él sonrió—. Menos mal que trajiste comida hecha por ti. En serio, ese terco no ha querido comer nada desde que despertó. Me tenía desesperado
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