Camila siguió hablando:
—Llamas de repente para decirme esas cosas y... claro que me duele, ¿cómo no me voy a sentir herida?
En serio admiraba a esa mujer.
Podía estar furiosa, pero nunca perdía su tono meloso ni su habilidad para manipular con falsa ternura.
Bruno guardó silencio un par de segundos y luego se rio de forma extraña.
—Nada, era solo una broma.
Camila se molestó, confundida.
—¿Qué clase de broma es esa? No tiene ni pizca de gracia.
Bruno respondió con una voz más baja, cargada de ironía:
—Solo quería probarte... ver si serías capaz de matarme por Carlos.
La cara de Camila cambió al instante.
—¿Qué? ¡Claro que no! ¿Quién te llenó la cabeza de tonterías? ¿Quién te está manipulando? Yo te amo, te amo tanto que sería capaz de dar mi vida por ti. ¿Cómo podría siquiera pensar en matarte? ¿Qué te pasa hoy? Estás diciendo cosas sin sentido.
Bruno se rio con amargura.
—Nada, solo fue una pesadilla. Soñé que me mandabas a matar.
Camila contestó rápido:
—Seguro estabas confundido; ¿