— Eso depende de lo que sientas —dije con calma—. Si ella te busca de repente, puede ser una buena oportunidad para ponerla a prueba. Pero si estás convencido de que los hombres que intentaron matarte anoche fueron enviados por Camila, entonces, por tu seguridad, sería mejor no ir. Ahora bien, si todavía crees en ella y piensas que no podría hacer algo así, ve a verla. No te preocupes; mis guardaespaldas van a estar cerca para protegerte en la sombra.
Cuando me escuchó, Bruno se cubrió la cara con ambas manos, desesperado.
—No sé... en serio no sé qué hacer —murmuró mientras se tiraba del cabello con angustia.
Lo observé en silencio, seria, con una punzada de sarcasmo en el pecho.
Parecía que el intento de asesinato de anoche no había sido suficiente; aún no había perdido toda esperanza.
En fin, pronto Camila se iba a mover.
Y esta vez, necesitábamos que la herida fuera más profunda.
Esa noche, mientras Camila se duchaba, fui a buscar a Carlos.
—¿Qué pasa, Aurora? ¿Quieres que te compr