Tomé la iniciativa para explicar:
—En realidad, contraté a esos guardaespaldas por un motivo importante.
Waylon se interesó al instante.
—¿Y qué motivo sería ese?
Yo sabía bien que él no estaba del todo del lado de Camila. Lo suyo no era la venganza, sino la diversión. Waylon no buscaba destruir a Mateo, sino entretenerse jugando con él, como un gato con su presa.
De otro modo, aquella vez cuando los mastines estuvieron a punto de despedazarnos, no los habría detenido. Y tampoco habría aceptado ese trato que después me propuso.
Mientras más lo pensaba, más claro lo tenía: si lograba despertar su curiosidad, probablemente iba a guardar silencio y no iba a revelar mis preparativos. El problema era que sus métodos eran tan viles que me hervía la sangre solo de oír su voz.
—Todavía no puedo decírtelo; si lo hago, se arruina la sorpresa —sonriendo, fingí que había un misterio detrás.
Waylon se rio un poco.
—¿Otra vez quieres engañarme?
—¿Yo? Jamás me atrevería —respondí, riendo.
—Además, es