—Amigos son amigos; papá es papá. Un amigo no puede reemplazar a papá, y papá tampoco puede reemplazar a un amigo. Yo te quiero, y también quiero a papá. Solo quiero que no le quites a mi mami —respondió Embi, muy sincera.
Lleno de amargura, Javier se rio un poco.
Con una mezcla dolorosa de impotencia y rencor en sus ojos, miró a Embi.
—¿Por qué, Embi? ¿Por qué piensan que les quité a su mami? ¿Por qué todos creen que su mami tiene que estar con Mateo? Ella me quiere a mí, ¿me oíste? ¡Tu mami me quiere a mí!
Era la primera vez que Javier levantaba la voz delante de los niños.
Embi se asustó de inmediato y comenzó a llorar muy fuerte.
Sentí un dolor en el pecho y la tomé rápido en mis brazos.
Javier apretó la mandíbula y levantó la mano como si fuera a consolarla.
Pero Embi se acurrucó más en mi pecho y lo miró con miedo.
—No quiero... Javier da miedo... vete... uuuh... ya no quiero a Javier...
Javier se puso más serio. Su mano, suspendida en el aire, poco a poco se cerró en un puño.
E