Carlos puso a Camila detrás de él y le dijo a Javier:
—No hagas esto, Camila solo está preocupada por ti, se puso muy nerviosa, y por eso está diciendo todo esto sin pensar.
Lo observé en silencio, mientras Carlos defendía a Camila.
Solo pude sonreír de la ironía
Pasaron unos segundos y saqué de mi bolsillo otras dos cruces y una hoja.
Cuando los vio, Camila reaccionó como si hubiera descubierto una prueba crucial y comenzó a gritar:
—¡Miren, miren! ¡Ella tiene otras dos! ¡Lo sabía! ¡Esta cruz la compró en la tienda!
Yo la miré con indiferencia y respondí:
—Estos los compré cuando le compré uno a Javier, y también aproveché para comprarle uno a mi papá y a Carlos.
Carlos, cuando escuchó esto, reaccionó con entusiasmo:
—¿Uno... para mí?
Mi padre también se mostró emocionado y se limpió las lágrimas:
—No esperaba que mi hija también se acordara de mí.
Camila, cuando vio esta reacción, casi se desmaya de la rabia.
Gritó con furia:
—¡Es falso, falso! ¡Esta cruz es comprada! ¡Qué ridículo q