Yo aparté la mirada y empecé a actuar, con toda la convicción que pude.
Miré a Javier, y fingí una mezcla de tristeza y desconsuelo.
—Parece que ella todavía no quiere creer que te amo. Pero si no te amara, ¿por qué habría lastimado así a Mateo para estar contigo? Hasta dejé a mis dos hijos, solo para poder estar bien contigo. ¿Por qué sigue dudando de mí? Dime, ¿qué podría querer de ti? ¿Qué podría estar buscando contigo?
Con ternura, Javier me puso un brazo sobre el hombro; él estaba apenado.
—No le hagas caso. Con que yo te crea, basta.
Al escuchar eso, Camila se puso furiosa.
—¡Javier, lo digo por ti! —exclamó, alterada.
—¡Todo eso que dice de haber recuperado la memoria y que tú eres el amor de su vida está lleno de inconsistencias!
—Yo también quiero demostrar que de verdad recuperé esos recuerdos —dije, con calma—, pero cuando intenté explicar por qué los perdí, Camila no quiso escucharme. Si sigues dudando de mí, lo digo ahora. Ese día apareció un hombre alto que trató de secue