—Bueno —respondí, sonriendo, y caminé hacia el jardín.
En cuanto puse un pie afuera, el celular volvió a vibrar.
Otra vez era Waylon.
A los pocos minutos ya me había llamado varias veces seguidas.
Esa insistencia me revolvía el estómago.
Le rechacé la llamada de inmediato y estaba por apagar el teléfono cuando entró un mensaje.
Era de Waylon.
"Si no quieres que Mateo muera, contesta el maldito teléfono."
Quedé helada.
Solo imaginar la posibilidad de que Mateo muriera me dejó sin aliento.
El número seguía parpadeando en la pantalla, como una amenaza insistente.
Sentí la garganta seca, dudé unos segundos... y al final terminé contestando.
Se escuchaba su respiración agitada, seguida de su voz cargada de ira.
—Así que Mateo se cree muy valiente, ¿eh? ¡Cómo se atreve a matar a la mascota de nuestra señorita!
Suspiré.
Al menos no era lo que temía.
Así que todo era por la maldita bestia.
—Ese animal merecía morir —le respondí con seriedad.
—Solo le hicimos un favor.
Waylon se rio y lanzó una