Eran los mismos que hace un momento murmuraban adentro.
Cuando vieron que Mateo y Waylon habían llegado, sus caras se pusieron pálidas de golpe, tanto que hasta daba risa.
Miraron a Mateo, luego a Waylon, y al final eligieron quedar bien con este último.
—Señor Dupuis, qué gusto, qué gusto que hayas venido...
Los cinco corrieron hacia él, exagerando la cortesía como si actuaran en una obra.
Pero a Waylon solo le interesaba Mateo.
Hizo a un lado a esos hombres con un gesto y, con dos guardaespaldas detrás, caminó hacia él con paso firme.
Lo miró de arriba abajo y se rio.
—Te conservas bien, ¿ah? La última vez te apuñalé varias veces y casi mueres, pero mírate, te recuperaste rápido. Parece que la próxima vez voy a tener que apuñalarte unas cuantas veces más.
Mateo sonrió tranquilo, sin mostrarse molesto ni amable.
—Tú también estás bastante bien. Me acuerdo cuando huiste de Zuheral, después de que los parientes colaterales de la familia Dupuis te arrinconaran y te dejaran lleno de heri