Mateo me secó las lágrimas y dijo en voz baja:
—Lo llamé, pero no responde. Luego mandamos a alguien a buscarlo y lo encontraron en un bar, borracho. No sabe nada de lo que pasó después de la fiesta.
Me senté en una silla y me cubrí la cara con las manos.
El recuerdo de Valerie volando en el aire y cayendo al piso no paraba de repetirse en mi cabeza.
Un dolor agónico me devoraba.
Todo parecía encarrilado: ella y Alan iban a casarse y por fin, tanto ellos como Mateo y yo íbamos a ser felices.
¿Por qué pasó esto?
Me eché la culpa, aunque doliera. Sabía que Camila podía preparar algo en la cena de cierre y aun así no pude proteger a Valerie. Vi cómo todo se salió de control y no pude hacer nada.
Me sentía una inútil, incapaz de proteger lo que más quiero.
Mateo me apretó contra su pecho y murmuró:
—Aurora, no pienses así. Valerie va a salir adelante.
Me hundí en sus brazos y me eché a llorar sin consuelo.
En ese momento llegó Asher.
Saludó con respeto a Mateo y dijo:
—Los periodistas y lo