Capítulo 1123
La última vez que quise “dominarlo”, me salió carísimo. Mateo encontró la forma de vengarse todo un día y toda una noche.

No, no. Ya aprendí la lección.

Me reí y le dije:

—Anda, sigue trabajando, que yo tengo que ir al banquete.

Estaba por colgar cuando volvió a hablar, con la voz baja y provocadora:

—Amor… de verdad quiero oírlo.

Ay… me cuesta resistirme cuando usa ese tono bajito y dulce para convencerme.

Cada vez que me dice “cariño”, siento que hasta los huesos se me derriten.

Apreté los labios y, riéndome, le dije por el teléfono:

—Amorcito.

No respondió de inmediato, solo escuché su respiración lenta y profunda por el teléfono.

Me quedé confundida.

¿Y eso? ¿No le gustó cómo lo dije?

Pensé que no me había salido bien. Lo intenté de nuevo, con un tono todavía más tierno:

—¡Amorcito!

Entonces la respiración que escuchaba por el teléfono se volvió más pesada.

Por fin habló. Su voz sonaba ronca, cargada de deseo contenido:

—Eres un demonio… Tengo tantas ganas de…

—¡Detente! —lo interr
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