—Pero luego... le diste toda tu atención a Michael; ni siquiera me hablabas. Hasta dijiste que yo era basura —murmuró Mateo, con la vista perdida.
Le cubrí la boca de inmediato.
—Ya sabes que no recordaba nada.
Este hombre de verdad sabe guardar rencor.
Una vez le dije "basura", y parece que lo va a recordar toda la vida.
—Entonces haz lo mismo —le propuse, riéndome—. Llámame basura tú también, y quedamos a mano.
Mateo me abrazó con fuerza y sonrió.
—Boba... ¿cómo podría decirte eso?
Luego se le escapó una sonrisa, un poco irónica.
—Cuando volvimos a encontrarnos, solo pensé en no dejarte escapar otra vez. Me sentí afortunado: el destino me permitió verte antes de que Javier regresara. Pero entonces apareció Michael y, aunque sabía que sus intenciones contigo no eran puras, no podía hacer nada, porque tú me odiabas. Hasta que, en esa reunión de exalumnos, mi deseo de tenerte solo para mí me nubló por completo. Y sí, la felicidad que tengo ahora... la conseguí con medios sucios. Por eso