—Aurora, ¿a dónde vas?
En el set, todos ya recogían sus cosas. Listos para cerrar la jornada. Valerie también se había ido al camerino a cambiarse.
Desde el lío de la serpiente, Valerie y Camila dejaron de compartir camerino. Ahora cada una tenía el suyo. Uno al este del set y el otro al oeste.
Sin entender nada, miré a Alan, que venía bien sonriente:
—A ningún lado. Voy a casa.
—¡Si aún es temprano! ¿Para qué ir a la casa? Te llevo a pasarla bien.
Lo miré con desconfianza. ¿Era el mismo Alan de siempre?
Valerie llevaba días haciendo horas extra en el set. Y justo hoy que por fin podía salir con ella, ¿quería llevarme a mí? Increíble. De verdad, increíble.
Alan alzó las cejas despacio y preguntó:
—Aurora, ¿por qué me miras así?
—Nada. Solo te noto extraño hoy.
Bajó la mirada de inmediato y se revisó de arriba abajo:
—¿Extraño? Para nada. Sigo igual de guapo.
Vi que Valerie ya había terminado de cambiarse y venía hacia nosotros. Le sonreí a Alan y le dije:
—Anda. Vete de cita con Valeri