Aunque se probara que la persona que me observaba afuera era Mateo, ¿qué importaría?
El problema no es que yo no confíe en su amor, sino que él no confía en mi amor por él.
Valerie me pasó la comida que trajo y me dijo:
—Aurora, acabo de preguntarle a Javier. Dijo que, si te estabilizas, mañana puedes salir del hospital.
Asentí. No importaba si me daban el alta mañana, igual tenía que ir al aeropuerto a ver a Embi y Luki.
Mientras tanto, Alan seguía intentando hacer videollamadas a Mateo.
Seguro lo intentó varias veces, pero Mateo no contestó.
Al rato, volteó y me sonrió:
—Mira, Mateo está mintiendo, ni siquiera se atreve a contestar mi videollamada.
—Sí, ya veo que el que vino a verme fue Mateo, ¿y luego qué?
Le pregunté en tono firme, y lo dejé desconcertado.
—¿L-luego qué? ¿Qué… qué sigue?
—Deja de intentar convencerme. El problema no soy yo; el problema es tu amigo. Tú deberías ir a hablar con él y servir de puente.
Alan reaccionó de inmediato:
—Tienes razón. Ahora que lo dices, vo