Hacía rato que no me bajaba el periodo.
No estaba segura de si era porque estaba embarazada, aunque hace poco me hice una prueba y salió negativa.
Entonces, ¿sería algún problema de salud?
Si no, ¿cómo se explicaba ese dolor tan fuerte en el abdomen?
Sin pensarlo mucho, me puse ropa cómoda y manejé directo al hospital.
Ya era tarde y había muchísimo tráfico.
Cuando llegué, el dolor en el vientre ya me tenía empapada en sudor frío.
Apenas bajé del carro, se me nubló la vista.
Me apoyé en el carro, respiré profundo y, tambaleándome, empecé a caminar hacia el área de consultas.
Pero cuando estaba por entrar, todo se puso negro y caí al piso.
Justo en el momento que perdí la consciencia, creí escuchar a alguien gritar “¡Aurora!”.
Después de eso, solo quedó la oscuridad.
No tengo idea de cuánto tiempo estuve desmayada.
Mientras seguía dormida, escuchaba el pitido de los monitores y las voces de los médicos.
Pero esa claridad duró solo un rato, enseguida volví a perder la consciencia.
Cuando