Mi hermano volvió a gritarme, con una mirada tan furiosa que parecía que en cualquier momento iba a golpearme.
Pero desde que éramos niños, nunca me había tratado así...
Él ama a su novia, la protege, y eso lo puedo entender.
Pero esta vez, claramente la que estuvo mal fue ella. ¿Ni siquiera puedo desahogarme un poco?
Mi madre me jaló mientras se secaba las lágrimas:
—Ya está, Aurorita, tal vez la muchacha de verdad tuvo una emergencia. Ya habrá otra ocasión para reunirnos, no pasa nada.
Mi hermano me miró con furia, respirando agitado. Sin embargo, cuando vio esa gran mesa llena de comida y los regalos colocados al lado, mostró algo de culpa.
Apretó los labios y dijo:
—Está bien, fue culpa mía. Si ella no podía venir, debí avisarles antes. La próxima vez, venga o no, lo diré con tiempo.
—No habrá próxima vez.
—¡Aurora! —me gritó de nuevo con un tono aterrador y la cara rebosándole de ira.
—¿Puedes dejar de actuar así? Ella en serio tenía algo urgente. No fue a propósito. Además, aunq