Javier estaba parado justo en la entrada de la cafetería.
Me observaba en silencio. No había forma de saber qué pasaba por su mente.
No dije nada más. Bajé la mirada y salí del Blue Mountain Café.
Javier me siguió de inmediato.
Tampoco dijo una palabra, solo caminó tras de mí hasta que salimos del centro comercial.
Me detuve, me giré hacia él, le sonreí y le dije con sarcasmo:
—Acabo de golpear a tu hermana. ¿Vienes a cobrar venganza?
Javier no parecía estar contento, todo lo contrario.
Sonreí con amargura.
Camila sí que tenía suerte. No solo tenía a Mateo, que ni siquiera era su hermano biológico, siempre protegiéndola... también tenía a Javier, su hermano de sangre, cuidándola con todo su corazón.
Indiferente, lo miré y le dije:
—No me mires así. Si vienes a defender a tu hermana, adelante. Pero te lo advierto: si se atreve a hacerle algo a mi familia, aunque sea tu hermana, no tendré piedad.
Javier suspiró:
—¿La odias tanto?
—Esto no es odio.
—Si no la odias, ¿por qué estás tan conv