Capítulo 307
Alan se quedó callado un segundo y luego sonrió:

—Está bien, está bien.

Dijo eso mientras tomaba el tazón de sopa que Camila tenía y lo puso frente a mí.

Le sonreí a Camila:

—Entonces gracias por la sopa, Camila. Prometo que me la voy a tomar cuando acabe de comer.

Por un momento, algo de enojo le pasó por los ojos.

Después sonrió, como si escondiera algo, y dijo:

—Aurora, qué suerte tienes. Tienes un amigo tan detallista como Alan.

Alan levantó una ceja, miró a Mateo y no dijo nada.

Camila siguió hablando, ahora viéndome:

—Aurora, ¿cuándo vas a empezar a salir en serio con Alan? Acuérdate de invitarnos a mí y a Mateo cuando eso pase.

Aunque hablaba con voz suave, sus palabras eran como un ruido molesto que me daba coraje.

La miré sin ganas y sonreí:

—¿No puedes quedarte callada ni para comer?

Esta vez, Camila dejó de actuar como si fuera frágil y me respondió, con una sonrisa malvada:

—Ay, Aurora, ¿te dio pena? Vamos, ¿cuándo te vas a casar con Alan? Me muero por ver eso.

Miré a Alan,
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