Gael
La veo alejarse, sus pasos firmes a pesar de todo lo que acaba de descubrir. Aurora siempre ha sido así: determinada incluso cuando el mundo se desmorona a su alrededor. Su silueta se recorta contra el cielo nocturno mientras camina hacia el mirador abandonado, ese lugar donde nadie va desde hace años. Excepto ella. Excepto yo.
Mantengo la distancia. Treinta metros. Ni tan cerca para que note mi presencia, ni tan lejos para perderla de vista. El viento arrastra hojas secas que crujen bajo mis botas. Me detengo, conteniendo la respiración, pero ella no se gira. Está demasiado perdida en sus pensamientos para percibir que la sigo.
La luna proyecta sombras extrañas sobre su cabello, ese que ahora lleva más corto desde que decidió que necesitaba un cambio. Como si cortando su melena pudiera cortar también los lazos con todo lo que la lastima. Conmigo, quizás.
"No te ates a nadie, Gael. Nunca. Es la única forma de sobrevivir."
Las palabras de mi padre resuenan en mi cabeza como lo han