GaelEl golpe de los guantes contra el saco resuena con más rabia que ritmo. Uno, dos. Uno, dos. Mi respiración sigue el patrón. El sudor me arde en la espalda, pero no paro.La mañana todavía no asoma, y eso me gusta. La oscuridad tiene algo... honesto. No finge. No sonríe. No espera nada de mí. Es más de lo que puedo decir del resto.El gimnasio huele a cuero viejo, metal y desesperación contenida. Me recuerda a casa.Tomo aire. Golpeo más fuerte.Uno.Dos.Un rostro.Ella.Aurora.Maldición.No fue por su belleza. Aunque, sí, es guapa. Pero no del tipo obvio. No se esfuerza. No se adorna. No coquetea. Camina como si el mundo le quedara chico. Habla poco, pero cuando lo hace, su voz es una caricia con cuchilla.Pero lo que me jodió, lo que realmente me jodió, fueron sus ojos.No parpadeó.Todos lo hacen. Algunos tiemblan. Otros fingen no verme. Algunos bajan la mirada.Ella, no.Ella me miró como si yo no fuera nadie.Y eso me cabrea más de lo que debería.Termino la rutina con una
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