Selene se espanta por los gritos de su jefe. Recuerda que la última vez que lo vio así era cuando fue un niño al perder a sus padres, después cuando fue un adolescente lleno de frustración que no sabía medir sus acciones. El señor Leonardo estaba muy molesto por ese comportamiento; no quería que todos sus conocidos lo vieran con esa actitud, así que lo envió al colegio militar, donde pasó por lo menos tres años en un duro regimiento. Al regresar, era un hombre nuevo; ya no tenía ninguna pizca de agresividad. Era como si lo hubieran cambiado. Y ahora con la llegada de esa chica, en dos días se ha puesto de nuevo como loco.
—¡Selene, me estás poniendo atención! —voceó Castiel al ver a su ama de llaves perdida en sus pensamientos.
—Ya le dije, señor, que la vi subir a su habitación —contestó ella.
—Ya fui y no está ahí. ¿Estás segura de que no se ha escapado de nuevo? —demandó él lleno de furia.
—No, señor, todos los de seguridad han estado al pendiente; incluso se han estado t