—¡Ya te dije que no lo sé! —gritó Joseph molesto—. Y ya deja en paz. Algunos sí tenemos cosas que hacer aparte de dormir todo el día.
Alma se molesta por las palabras de Joseph. Y usará su mejor arma.
—Le diré a Clay sobre tu falta de respeto y le diré que no quieres decirme dónde está mi hija —lo amenazó, esperando causar miedo en él.
—Mira cómo estoy temblando; haz lo que quieras y créeme, si Clay dudara de mí, no estaría aquí. ¿Y en vez de estarme reclamando a mí de tu hija, por qué no mejor vas a decirle a él cuando regrese de sus negocios? Ja, ja, ja. —Joseph se ríe a carcajadas de la mujer porque la ha conocido por años y conoce muy bien sus métodos para intentar intimidar a las personas.
Sin esperar su respuesta, se va de ahí. Alma, por su parte, se siente llena de rabia y defraudada. Y se va directamente hacia su habitación. Pensando en las palabras de Joseph, y puede que tenga razón; al que le debe preguntar será a Clay. Pero cuando regrese de sus negocios, que eso será en u