El ambiente se siente muy tenso, Clay mira fijamente a la pequeña chica que trae el gorro cubriéndole gran parte de su rostro, baja la mirada hacia sus pies y nota que sus zapatos están mojados. De seguro estuvo como de costumbre escondida en el callejón, pero eso no le importa y se enfoca en lo que va.
—Como sabes, estás a un mes de cumplir la edad y he decidido que ya es momento de que te vayas preparando para tu debut —dijo Clay—. He recibido miles de ofertas por tu virtud, pero creo que para hacer el momento más llamativo, haré una subasta donde serás presentada a todos los participantes más ricos y el que de la mejor cantidad por ti será el ganador.
Esas palabras causan enojo, tristeza y malestar en el estomago de Yestin que mira a Clay con una expresión indescriptible. Y es que sabe que le están quitando su libertad.
—¿Pero no he firmado el contrato? —le recuerda ella al hombre de mediana edad, robusto y convierto el rostro de barba.
—El contrato está listo y lo firma