Salgo del despacho de mi papá Miguel. Sé muy bien que lo pude ver en su cara, la preocupación. Pero haré que él se sienta orgulloso de mí y, más que nada, que así podré ir a Alemania y ver qué ha pasado en este tiempo con mis primeros enemigos.
Me voy directamente hasta llegar a las puertas de mi habitación. Estoy por abrir la puerta.
—Espero y te gustará mi regalo —escuchó de nuevo la voz de Benno.
Doy un suspiro de fastidio. Al saber que ese hombre está de nuevo aquí y, sin más opción, giro para verlo. Sin más, me alejo de la puerta y me acerco a donde está él, recargado junto a la puerta.
—Gracias, me encantó, no sabes cuánto anhelaba poder matar a alguien.
—Mmm, te veo muy segura de ti misma; espero y no tengas ningún inconveniente en tu tarea.
—Pues el inconveniente que se cruce en mi camino te lo mandaré en una caja de regalos —le digo sonriéndole.
—Sabes que las personas arrogantes como tú no llegan muy lejos —me dice con una voz fría.
—Y las personas que desean el pode