—No lo haré —digo en susurro.
“¿Por?” escuchó el reclamo de Carol.
—Porque si lo hago seré la primera sospechosa, soy la única que entra a su habitación y todos sus hombres son muy leales a él, así que se vería demasiado obvio —digo en susurro.
“Yo sigo pensando que lo mates. Este infeliz nos ha hecho sufrir mucho”.
—Lo sé. Pero quiero ver a este bastardo arrastrándose a mí, pidiéndome clemencia. —murmuro mientras veo el rostro Riccardo.
“Perfecto, yo también quiero ver eso y sé que lo lograrás”.
Son las primeras palabras que he tenido de Carol desde nuestro ulitmo desacuerdo. Y por alguna razón me hace sentirme bien. Por lo menos saber que tengo a alguien conmigo.
Aparto el cuchillo del cuello de Riccardo, lo dejo en su lugar y salgo de ahí. No quiero estar tentada a matarlo porque si sigo ahí, sí lo haré, pero quiero verlo besar mis pies y rogando que no lo mate.
Cierro la puerta al salir, comienzo a caminar por los corredores de este lugar, salgo al patio