—Noel, ¿cuántas veces tienen que romperte el corazón para que te rindas? —Marta no pudo evitar preguntarle, llena de dolor, mientras se encontraba en el oscuro interior del auto. Aunque Noel no había buscado a Raina en esos días, siempre la había seguido de manera discreta. Claro que Marta lo había acompañado y había sido testigo de lo que él había sufrido al ver la felicidad de Iván y Raina. Al principio, sentía celos, pero después de ver tanto sufrimiento, se había vuelto indiferente, incluso sintiendo lástima por Noel.
—¡Cállate! —Noel murmuró, recordando cómo Iván abrazaba a Raina, ella con los brazos alrededor de su cuello.
Al principio, pensó que todo era una farsa, pero ahora esa esperanza se estaba desmoronando.
Noel levantó la cabeza, recostándose contra el respaldo del asiento, cerró los ojos y se dio por vencido.
Marta, recordando la llamada de su padre esa tarde, dijo en voz baja:
—Si me divorcio de ti, Raina nunca volverá a estar contigo. Despierta ya.
Esas palabras pareci