Eso fue claro.
Iván preguntó directamente:
—¿Y tú, qué piensas?
Ya no quedaba nada en su cara, pero lo que más le preocupaba era lo que pudiera estar rondando en su mente.
Raina entendió lo que quería hacer: hablar de lo que había pasado para que desinstalara WhatsApp. Al parecer, ya no podía esconder algunas cosas que quería mantener en secreto. Si no podía guardarlo, lo mejor sería hablarlo. Si no lo hacía, la culpa de haber enviado ese mensaje por error seguiría pesando sobre su corazón.
—Iván, deja de dar tantas vueltas y pregúntame lo que quieras.
El auto giró hacia un camino que llevaba a la casa de Iván, rodeado solo por las luces de la carretera, sin los enormes edificios que solían iluminar la ciudad. Dentro del auto la luz también se apagó un poco. La atmósfera se volvió más densa.
—¿Tienes algún secreto que ocultar en tu WhatsApp? —le preguntó Iván.
Hablar con él era complicado, como si le estuvieran cortando el cuello, pero lentamente, dejándole un poco de aire.
—Iván...
—¿