Mentiras verdaderas (3era. Parte)
Dos días después
En alguna parte del océano índico
David
Sacarle la verdad a Cristal sobre su charla con Ronald era como abrir la caja de seguridad de un banco, no imposible, pero si muy complicado. Y a ese punto el hecho de que quisiera viajar lejos conmigo me permitía abrigar la esperanza que algo sentía por mí. Tanta preocupación debía significar algo.
Sin embargo, ahí estaba con esa espinita silenciosa en mi pecho, dudando de lo que proponía, pero si podía tenerla a mi lado un poco más de tiempo valdría la pena. Obvio le respondí a mi manera, entre bromas y verdades su propuesta, porque ese viaje era más que una aventura, una escapatoria a lo que fuera que vendría.
Antes de zarpar, había algo que debía resolver. Golpeé la puerta de la habitación de Ronald. Apenas abrió, lo vi con esa expresión imperturbable que tanto detestaba.
—Pasa, David. Te daré los detalles de nuestro viaje —dijo con voz cansada.
—Te equivocas, Ronald. No vine a decirte que te acompaño a África. Vine a pedirt