Aunque duela amar (2da. Parte)
El mismo día
Islas Maldivas
Cristal
El miedo puede ser un combustible en situaciones extremas. No te obliga a huir: te obliga a actuar, a pensar con frialdad, a sacar fuerzas de donde jamás creíste tenerlas. En mi caso siempre fue así. Sacaba una versión de mí que apenas conocía: la Cristal luchadora, la valiente, la que aun temblando era capaz de reaccionar. Y eso fue exactamente lo que sucedió cuando vi a David al borde de la muerte.
Sabía que no podía paralizarme si quería salvarle la vida al hombre que amo. Me tomé un segundo apenas —solo uno— mientras sentía su sangre caliente brotar entre mis dedos. Después lo arrastré por la cubierta, como pude, mientras la tormenta no daba tregua y el viento me empujaba hacia atrás. Cada paso era una lucha.
Cuando por fin llegamos al camarote, encendí la luz y me lancé a revolver cajones, compartimentos, rincones. Todo. Hasta que encontré una cinta para detener la hemorragia. Le puse vendas como pude, mis manos temblaban tanto que apenas podía