Aria aún llevaba su pijama y el cabello algo desarreglado. Estaba sentada sobre un cojín apoyado en el piso de la sala, con un plato apoyado sobre una revista que contenía dos sándwiches y un vaso de jugo. Comía sin apuro, más por costumbre que por hambre, mientras Sophie habría una a una las cajas apiladas a un lado de la ventana.
—No entiendo por qué guardar los adornos por tanto tiempo —comentó Aria, mirando una caja llena de luces.
—¿Crees que debería comprar nuevos? —respondió Sophie, sosteniendo unas bolas pequeñas de color dorado—. La Navidad tiene que aparecer de golpe, no de a poco.
Aria tomó una esfera azul y la giró entre los dedos.
—Este año se siente distinto.
—Dijiste lo mismo el anterior.
—No, no es eso —declaró Aria—. El año pasado me sentía en un lugar que no me correspondía, y en casa de la familia Dylon no había mucho ánimo de festejo. Esta vez es… algo más.
Sophie se apoyó en el respaldo del sillón y la observó.
—¿Lo sientes mejor o peor?
—Diferente, cómo más livi